Entre las penas que por justa y paternal disposición de la Divina Providencia prueban y afligen al hombre en este mundo, muy sabido es que las desgracias de familia por fallecimiento de alguno de sus miembros y en general las muertes de las personas queridas, siéntense con tan vivo dolor y abisman el alma en tan desoladora tristeza, que muchas veces ningún consuelo humano es poderoso para curar la llaga abierta en el corazón por pérdida tan acerba e irreparable.
Ya que las Palabras de Dios encierran virtud y eficacia sobrehumana para devolver la paz y la resignación al pobre corazón, cuando sangra por verse arrancado de los que mucho amó, hemos deseado poner, por medio de este libro, a las almas así atribuladas en comunicación directa con su Creador y Señor, seguros de que no podía dar con otro mejor modo de consolación nuestro deseo entrañable de contribuir, como nos lo dicta la cristiana caridad, a endulzar en lo posible esas amargas horas de nuestros hermanos en Cristo. De ahí que, puestos a reunir en una como antología de la cristiana resignación los documentos espirituales más a propósito para consolar y vigorizar el alma del cristiano en la pérdida de las personas queridas, sin vacilación los hemos ido a buscar en la Sagrada Escritura, en la Liturgia de la Iglesia y en las obras de los Santos; para que por ese triple conducto segurísimo llegaran a las almas las enseñanzas con que el mismo Dios se ha dignado enderezarnos y consolarnos mientras vamos peregrinando por el camino difícil y escabroso de esta vida de prueba.
Número de páginas: 388.
Dimensiones: 14 x 21 cm.
Peso: 14,88 oz. (421,7 gr.)
"Trabajamos para la gloria de Dios y la salvación de las almas"
Nuestra Fundación distribuye literatura cristiana de varias Editoriales Católicas de Hispanoamérica, pero de una manera particular, difunde su propio fondo editorial, en el que constan las grandes obras de Espiritualidad Cristiana.
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."